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jueves, 15 de marzo de 2012

LA SUPERSTICIÓN


                                            Iglesia de Dios (Israelita)

                                              LA SUPERSTICIÓN
Lectura Bíblica12: 1º Samuel 15:1-23.
 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría el infringir. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 1er Samuel 15:23.
















Superstición. f. Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón. Adivinación. Razón. f. Facultad de discurrir / Acto del entendimiento en que piensa o discurre / Argumento en que se aduce en apoyo de alguna cosa. Sedición. f. Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar sin llegar a la gravedad de la rebelión / Sublevación, desbordamiento de las pasiones.



COMENTANDO EL TITULO
Superstición es la creencia en que un determinado fenómeno o situación, tiene una explicación mística, mágica o simplemente asumida cultural, social o religiosamente sin ningún tipo de demostración científica.
Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera no común en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento mágico. Las personas supersticiosas piensan que ciertas acciones (voluntarias o no) tales como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales, influye de manera trascendental en su vida.
Se consideran supersticiones aquellas disciplinas que la comunidad científica llama pseudociencias, tales como:
La adivinación El feng-shui El tarot La magia
La astrología La geomancia El espiritismo
La cartomancia El curanderismo La quiromancia
Lo que distingue a las supersticiones de la sabiduría es una relación causal entre los acontecimientos debido a fuerzas supranormales:
 Destino,
 Poder invisible de los astros,
 Poder invisible de los ritos mágicos,
 Poder invisible de los espíritus, etc.
Esta manera de proceder es contraria a la teoría científica llamada razón, que analiza las relaciones desde las causas inmediatas e intenta descubrir las leyes naturales que rigen las proporciones (o que, sin encontrar relaciones causa-efecto, explica los fenómenos a través de correlaciones, es decir, a través de la frecuencia en la que dos eventos se presentan simultáneamente).
Con el pensamiento de la ciencia moderna, algunas de las pseudociencias dieron paso al nacimiento de ciencias. Es el caso de la astrología de la que surgió la astronomía, de la alquimia surgió la química, etc.


En el pensamiento mágico y la magia se considera posible producir resultados que a la razón resultan contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos rituales, en los que intervienen entes considerados en dicha creencia.
La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad. En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa(n) en el todo. En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia. Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra contradicción entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.

Nosotros consideramos la superstición como contraria al primer mandamiento. Y desde esta perspectiva, se comprende que, según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una ‘creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón’.


COMENTANDO LA LECTURA BÍBLICA
La presente lectura nos habla del Rey Saúl y la nueva prueba a la que es sometido. Varios años habían pasado ya en prósperas operaciones militares contra vecinos molestos, y durante esos años a Saúl le había sido 
permitido hacer cuanto había querido por su propio criterio, como príncipe independiente. Ahora se le somete a una nueva prueba para saber sí él poseía el carácter de rey teocrático de Israel, y al anunciar el deber que se le exigía, Samuel le hizo entender su condición como vicegerente de Jehová y la obligación peculiar bajo la cual era llevado a obrar en tal capacidad. Anteriormente él había hecho mal, por lo cual le fué dada una severa reprensión y una amenaza. (1º Samuel 13:13, 14). Ahora se le ofrecía una oportunidad para reparar aquel error por una obediencia exacta al mandato divino.



En el versículo 2 de nuestra lectura se nos habla de dicha prueba a la que sería sometido Saúl, se le ordena la destrucción de Amalec. La poderosa tribu que habitaba el territorio que estaba inmediatamente al oriente de los cusitas septentrionales. Su territorio se extendía sobre toda la parte oriental del desierto de Sinaí hasta Refidim—era el primer
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oponente (Deuteronomio 25:18; Éxodo 17:8-16), el enemigo hereditario de Israel (Números 14:45; Jueces 3:13; 6:3) y no se había arrepentido (cap. 14:48) de su amarga y profunda enemistad durante los 500 años que habían transcurrido desde que fué pronunciada su destrucción. Siendo un pueblo de costumbres nómadas, eran tan saqueadores y peligrosos como los árabes beduinos, especialmente para las tribus meridionales de Israel. Los intereses nacionales exigían, y Dios, como Rey de Israel, decretó que este enemigo público fuese quitado. Su destrucción tendría que ser sin reserva ni excepción.


En el versículo 4 se note el ardor con que Saúl empezó los preparativos necesarios para la expedición, eran una promesa favorable pero ilusoria, de fidelidad en su ejecución. Saúl puso emboscada en el valle (versículo 5), siguiendo el ejemplo estratégico de Josué en Hai (Josué 6.)
Y cuando por ayuda de Dios se vio beneficiado en la batalla (versículos 7-9), pero después su propia opinión fué la regla que siguió para su conducta y no el mandato de Dios. Pues dejando vivo a Agag reyes amalecitas. Saúl no tuvo escrúpulos acerca de la evidente crueldad de ello, pues hizo fiera y completa destrucción del pueblo. Pero perdonó a este distinguido cautivo, e igualmente las partes más valiosas del despojo, como el ganado. Por esta desobediencia obstinada y parcial a un mandato positivo, cumpliéndolo en algunas partes y violándolo en otras, según su gusto. Saúl demostró su carácter egoísta y arbitrario, su amor al poder despótico, y su completa ineptitud para cumplir los deberes de un delegado rey de Israel. Además su vanidad sobrepasaba su sentido de deber, primero en que levantó un monumento en su propio honor, y luego fué a Gilgal para ofrecer sacrificio a Dios. (Versículo 12)


Y en el versículos 10, 11 nos dice que Dios le causo pesar haber puesto por rey a Saúl—En las Escrituras se atribuye a Dios arrepentimiento, cuando los hombres malos le daban motivo para cambiar sus planes y métodos de proceder, y para tratarlos a ellos como si él “se arrepintiera” de la bondad mostrada. Al corazón de un hombre como Samuel, el cual estaba por encima de toda consideración de envidia, y que realmente amaba al rey, un anuncio tan penoso despertó toda su compasión, y le hizo pasar una noche sin dormir, en fervorosa intercesión.
Pero ante la amonestación previa que se le hizo y el señalamiento que le hace Samuel, Saúl estaba cegado por un amor propio parcial y engañoso, o, en su declaración a Samuel, hacía el papel de un hipócrita atrevido y astuto. Profesó haber cumplido el mandato divino, y que la culpa de cualquier defecto en la ejecución correspondía al pueblo. Samuel, sin embargo, veía el verdadero estado del caso, y en cumplimiento de la comisión que había recibido antes de emprender el viaje, procedió a denunciar la conducta de Saúl como caracterizada por orgullo, rebelión y desobediencia obstinada. Cuando Saúl persistió en afirmar que había obedecido, alegando que los animales, cuyo balido era oído, habían sido reservados para un liberal sacrificio de agradecimiento a Dios, su contestación evasiva y mentirosa provocó una reprensión dura de parte del profeta. Fué merecida, porque el destino del despojo al altar fué un pretexto fútil; fué un engaño grosero, un esfuerzo por esconder el egoísmo del motivo original bajo la apariencia de celo religioso y de gratitud.
Pero Samuel se mantuvo fuerte ante el rey, ante el alegato de éste. Saúl mostró un lenguaje de hombre llevado a medidas extremas, y aunque hubiera sido verdad, los principios explicados por Samuel, demostraron que no podrían mitigar la ofensa. El profeta entonces pronunció la irrevocable sentencia del rechazo de Saúl y su familia. Fué judicialmente excluido por su desobediencia.


El monarca, errado pero orgulloso y obstinado, ahora está humillado. Momentáneamente se sentía herido en su conciencia, pero su confesión procedía, no de un arrepentimiento sincero, sino de un sentido de peligro y del deseo de librarse de la sentencia pronunciada en su contra. Para cubrir las apariencias, rogó a Samuel que no dejara translucir las serias diferencias que había entre ellos, y le pidió que lo acompañara en un acto de culto público. Bajo la influencia de sus penosamente agitados sentimientos, él propuso ofrecer sacrificios, en parte para expresar su gratitud por la reciente victoria, y en parte para pedir misericordia y la revocación de su condena. Fué, desde otro punto de vista, un proyecto político, para que Samuel fuese llevado engañosamente a aprobar su plan de reservar el ganado para el sacrificio. Samuel se negó a acompañarlo. Esta astucia no le resulto ya que no era para adorar junto a él; sino, primero, para que el pueblo no tuviera ocasión, con pretexto del rechazo de Saúl, de retirarle su lealtad; y, en segundo lugar, para reparar el error de Saúl, mediante la ejecución del juicio en Agag.


Lo interesante de nuestra lectura se encuentra en el versículo 23.
 A veces pensamos neciamente que los pecados que ofenden a Dios son sólo aquellos pecados groseros y vulgares que la gente comete como son los adulterios, los asesinatos, las violaciones, los secuestros, etc., pero la Biblia nos enseña que toda desobediencia es ofensa a Dios; aprendemos en el discurso del Señor en el Sermón del Monte que el pecado no sólo es asunto de hacer, sino también de pensar y de no hacer (Mateo caps. 5, 6, 7).
La Biblia nos habla del pecado de la murmuración, de la raíz de amargura, de la falta de misericordia, de la falta de gratitud al Señor, etc. Pero ante una orden directa del Creador, asumiéndola sin haber duda o conflicto con uno mismo y no llevarla a cabo se considera como un pecado grave como es la adivinación, una rebelión abierta contra el mismo Dios. Por eso mucho cuidado hermanos, con el ministerio que hemos aceptado y no descuidarnos como Saúl. Así pues seamos diligentes en la parte que nos corresponde realizar y no desmayemos que a su tiempo segaremos.
El versículo 22 nos dice: "Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?" Este error no era nuevo en los días de Saúl; es tan viejo como la misma humanidad: en el libro de Génesis capitulo 4 el impío Caín trató de agradar a Dios con ofrendas basadas en el orgullo y la falta de fe en la Palabra de Dios.
El rey Saúl argumenta que los animales que no mató eran para ofrenda a Dios, pero por el contexto sabemos que en realidad el ganado lo quería para él; y el hecho de que perdonara al rey de Amalec no fue por ningún gesto de misericordia, si no para exhibirlo como trofeo y así alimentar su loca megalomanía de la que tanto adolecía como evidentemente lo demostró después.
Nuestro pasaje nos hace reflexionar de lo que ocurre en nuestra iglesia hoy día, donde muchas personas creen que con participar en algunas ceremonias, que con dar los diezmos y ofrendas (en algunos países los diezmos a las iglesias se pueden deducir en la declaración de los impuestos), que con asistir a reuniones religiosas con alguna regularidad, etc. que con eso van agradar a Dios. ¡Equivocación! ¡Craso error! La Biblia nos enseña que Dios espera primero la obediencia, después que vengan los ritos, los diezmos, las alabanzas, etc., pero primero... ¡La Obediencia!
¡No importa cuán intrascendente nos parezcan algunos pecados! Todo pecado es ofensa contra Dios. El rey Saúl mostró el poco respeto que tenía para el Dios bendito que lo había levantado de su humilde condición. No mostró gratitud ni sometimiento a la voluntad de Dios.



La desobediencia genera otros pecados.
Hipocresía (v. 13) Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. Le llama "bendito" al profeta Samuel cuando no tenía respeto por la palabra profética ni por la persona del profeta ya que la Biblia dice que después Samuel tenía temor de que Saúl lo matara como mató a muchos profetas de Jehová
Mentira (vs. 15,21) Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tú Dios, pero lo demás lo destruimos.
El rey Saúl mintió tratando de justificar su pecado, pero lo que hizo fue complicar más su situación delante de Dios. Cuando los creyentes pequemos contra Dios los que debemos hacer es confesar nuestro pecado delante de Dios y tomar la decisión de no seguir pecando contra Dios; si así lo hacemos Dios nos perdonará y nuestro pecado tendrá su final y Dios nos restaurará a su íntima comunión. (1ª Juan 1:7)


La superstición como tal no se puede ajustar a una definición cualquiera, ya que es más que una creencia, es un modo de vida para muchas personas desde que existe. Se tienen vestigios de que hace muchos años atrás se daban comportamientos de tipo supersticioso en las Colinas del Hueso del Dragón, cerca de Pekín, y también en Europa Central. Esto es debido a que desde sus comienzos el hombre trató de explicar su mundo y los misterios que le rodeaban de una manera supersticiosa. Concretamente la muerte, uno de los mayores misterios de la vida, fue tratada con mucho detalle por los primeros supersticiosos, hasta el punto de que ciertas creencias perduran hasta hoy mismo. Con la muerte vino el concepto del más allá, y con él numerosas acciones destinadas a lograr un trato mejor tras el tránsito a la otra vida. De estas primeras creencias de tipo supersticioso se comenzó a fraguar una mentalidad más compleja capaz de unir a través de un nexo común de costumbres y ritos a grandes cantidades de gente, por su capacidad de dar una explicación al misterio de la creación, la vida y la muerte. Podemos afirmar, por tanto que la superstición es hija de la ignorancia de todos los tiempos.



La superstición ha sido definida como "las creencias religiosas de los demás". En forma similar un "culto" puede ser definido como "la religión organizada de los demás". Una forma más precisa de definir "superstición" es "una creencia en relaciones de causa y efecto que conduce a una conducta sistemática y repetitiva que es totalmente inefectiva para lograr lo que pretende conseguir, pero este sistema de creencias y conducta no es nunca sometido a un escrutinio científico por quienes creen y repetidamente lo practican." Esto es "superstición". Y que por mucho que las personas que lo practican nos quieran vender la idea de que en ellas hay un conocimiento y por lo tanto cierto dejo de verdad; pues cuando se ven sometidas a la lógica y al escrutinio de la misma verdad, caen en contradicciones y errores.
Las ideas, que normalmente tienen que ver con la superstición organizada, la cual, aparentemente, es la característica de casi todas las religiones salidas de la Iglesia Católica, y es normalmente llamada "ritual". Quienes practican los rituales populares son a menudo considerados "espirituales". En dicha religión organizada, el no cumplimiento o violación del ritual es casi siempre considerado como el mayor pecado. Esta es la razón por la cual en muchas religiones cristianas salidas del catolicismo, el demonio y sus adoradores son representados casi siempre como violando algún ritual sagrado. Lo peor que ocurre en estas religiones ritualizadas es que el ritual supersticioso, "espiritualidad", llega a reemplazar las acciones éticas. Esto tiende a destruir la creatividad de los adherentes a dicha religión. Como regla general puede decirse que mientras más se ocupe del ritual una religión, menos se ocupa de la creatividad, y menos creativos serán sus adherentes. Los "fundamentalistas" son supersticiosos militantes; son los seres humanos menos creativos.
Por lo tanto la superstición en ―su verdad‖, no deja que se le cuestione, ni mucho menos se le someta a un escrutinio serio, para saber si realmente tiene un fundamento sólido de verdad o es simplemente una cuestión o acto de fe de creencia de la persona, puesto que éstas creen que existe algo por encima de ellos, una especie de fuerza oculta que puede no favorecerle, o incluso castigarle, si realiza ciertos actos que, por tanto, hay que evitar; o por el contrario, al estar en cierta disposición o llevando ciertos atuendos, los pueden beneficiar. A lo largo de la historia, la superstición de unos ha sido a menudo la religión de otros.

En el caso de Saúl, como ya lo hemos dejado asentado, no fue un acto de superstición lo que le motivo desobedecer la orden directa de Dios, sino fue su constante soberbia lo que lo llevó a un destino fatal. La Palabra de Dios nos dice que su desobediencia es equiparable a un pecado de adivinación.
Saúl fue llamado por Dios para ocupar Su lugar en la dirección de Israel como reino. El privilegio que ostentó Saúl fue considerable, pero no supo estar a la altura de su llamamiento, sino que muy desde el principio de su reinado, hizo lo malo delante de Dios. Saúl murió suicidándose, recibiendo la culminación de la maldición con que se maldijo a sí mismo por su continuo pecado. La consecuencia de su pecado incluso alcanzó a Israel. (1º Crónicas 10:1-7)
Encontramos en el libro de Proverbios: ―Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición sin causa nunca vendrá‖ (26: 2) Quiere esto decir que toda maldición que viene sobre alguien, viene por motivos concretos; siempre conlleva una causa u origen. En el caso de Saúl, la maldición le vino de parte de Dios mismo por lo que hemos estado leyendo.
La muerte de Saúl, por tanto, no fue una excepción de esa regla. Dice en Proverbios 11:19; ―Como la justicia es para vida, Así el que sigue el mal es para su muerte.‖ Ahora bien, la Biblia nos habla de las causas por las cuales Saúl murió, tal y como murió. Analicémoslas.



Las causas de la muerte de Saúl
Leamos de nuevo esos dos versículos de 1º Crónicas 10:13, 14;
―Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó; y porque consultó al pythón, preguntándo le, y no consultó á Jehová: por esta causa lo mató, y traspasó el reino á David, hijo de Isaí.‖:
―Así murió Saúl…‖: En primer lugar, la Palabra nos enseña que Saúl murió de una manera horrible, no deseada por Dios. No era el deseo de Dios que muriera en el campo de batalla, a causa de sus enemigos; enemigos de Dios.




Hoy en día, muchos cristianos mueren a causa de los ataques del enemigo de nuestra alma, y no es ese el deseo de Dios. La razón, entre otras, es que han vivido vidas muy al estilo de Saúl.
La premisa es la siguiente: Todo acto, tiene su consecuencia. Por lo tanto nos conviene crecer en el TEMOR DE DIOS.
Veamos por tanto, como vivió Saúl, y porque murió como lo hizo: A causa de su rebelión contra Jehová. La causa de su muerte fue a causa de su vida. Lo que hizo en vida determinó su manera de morir.
―Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová…‖:
Tuvo esa muerte horrible porque vivió en rebelión, pecando así contra Dios. No olvidemos que Saúl era un creyente; por lo tanto nos será muy útil atender a estas cosas para ver cuanto de ello pudiera ser de aplicación para nuestras vidas.



Ahora bien, como cristianos
Como cristianos, somos privilegiados, al ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12). Si Saúl buscó en el privilegio de ser rey todo lo que le favorecía egoístamente, ¿estaré, quizás, yo haciendo lo mismo por el hecho participar del privilegio de ser hijo de Dios? Cada vez que yo use mi privilegio de ser hijo de Dios como fin para servirme a mí mismo antes que servir a los propósitos de Dios, estaré haciendo como Saúl, y eso parte de la intención del corazón.
La actitud de ―derecho‖ que muchos creyentes tienen (derecho a tener las riquezas, derecho a poseer todo lo bueno que ofrece este mundo, derecho, en definitiva, a que Dios les sirva, derecho a ser ―cabeza y no cola‖ – entendiendo por eso en realidad el estar por encima del resto de los hombres no creyentes, etc.); todo ello es pecado. Es soberbia.

A causa de su rebelión contra la Palabra de Jehová
―su rebelión con que pecó…contra la palabra de Jehová, la cual no guardó…‖ ¿Qué diferencia podemos ver entre ser rebelde y pecar contra Jehová, y ser rebelde y pecar contra Su Palabra, por no guardarla?


La diferencia es que: Rebelarse contra Jehová, no es un acto puntual, sino una manera pecaminosa de vivir. Como hemos visto, todo aquello que sólo busca el agradarse y servirse a sí mismo como forma de vida.
Sin embargo, el rebelarse y pecar contra la Palabra de Dios y no guardarla, tiene más bien el sentido puntual y concreto de no obedecer lo que Dios le dijo en uno u otro momento (cuando Saúl desobedece cuando Dios le ordenó por Samuel que destruyera todo lo de Amalec).











Como cristianos
Cada vez que Dios nos dice algo por Su Espíritu, y sabemos que tenemos que hacer eso (o no hacerlo), y hacemos lo contrario, estaremos pecando en rebelión contra la Palabra de Dios. Si una vez tras otra soy desobediente a la guía del Espíritu Santo, mi conciencia se cauterizará, y acabaré viviendo para servirme a mí mismo antes que a Dios, aun y llamándome cristiano, y todas las cosas que quiera añadir a eso; en el sentido de que, el conocimiento de la Palabra no me justifica, más bien me condena, si no hago lo que se que es bueno hacer.
Si no obedezco puntualmente a lo que Dios me dice, una y otra vez, a la postre mi rebelión será no sólo hacia esa palabra, sino hacia el mismo Dios, porque se convertirá en un hábito de vida…y ¡no me daré cuenta siquiera!
Consultar a las tinieblas y no a Dios
―…y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová…‖:
Ante la sentencia dicha por Samuel, de quitarle el reino, y posteriormente no teniendo donde apoyarse Saúl, comete un grave pecado: consultó a una adivina antes que a Dios (porque a Dios nunca le consultó como debiera en toda su vida). Esta es la necedad del que siempre fue sabio en su propia opinión. Para saber más sobre el asunto de la adivina que el rey de Israel consultó, véase 1º Samuel 28: 3-25.


La Palabra de Dios prohíbe, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento que se consulte a las tinieblas.
 El consultar al diablo, implica someterse a él, y consecuentemente, salir de la cobertura de Dios. Esto les ocurrirá a todos aquellos que permitan que se les coloque la marca de la Bestia (Apocalipsis 13:18, 19). Pero hay otras maneras de consultar a ―una adivina‖ y no consultar a Dios.
Saúl no buscó el consultar directamente al diablo, sino que pretendía consultar a Samuel (él ya había muerto), a causa de los problemas que tenía. Sin quizás ser muy consciente de ello, Saúl practicó espiritismo (consulta a los muertos), lo cual, de hecho, es consulta a los demonios. Por tanto, aunque su intención fue la de consultar a su mentor, a su maestro, él consultó a las tinieblas. Aquí hay varias lecciones que aprender. Aun y sólo pretendiendo consultar a su mentor, Saúl también pecó, porque buscó el consejo del hombre, y no el de Dios. Esto nos lleva a las siguientes consideraciones:


Como hijos de Dios
- Cada vez que buscamos la dirección de los hombres (por muy ungidos que lleguen a ser), y no la dirección de Dios, estamos haciendo como Saúl en cierta manera.
- Cada vez que, lejos de buscar a Dios en Su Palabra y en oración, en la intimidad relacional, estemos yendo por el ―camino fácil‖ de ir a los ―profetas y profetisas‖ para que nos digan de parte de Dios que es lo que tenemos, o no que hacer, estaremos haciendo como Saúl en cierta medida.


- Cuando nuestro modo de vida espiritual no se basa en nuestro caminar con Dios, sino en un caminar de acorde con la opinión de los demás, el agradar a los demás en una actitud de temor del hombre, en buscar el favor y la aceptación de los demás por encima de todo temor de Dios, entonces estaremos haciendo como Saúl.
Saúl, a pesar de llamarse rey, nunca buscó a Dios para agradar a Dios, sino sólo para que Dios le librara de eso o aquello (véase 1º Samuel 28:4-6) (y eso muy contadas veces), ya que la actitud de Saúl era de autosuficiencia y orgullo.
Y Dios le mató
(1º Crónicas 10:14) ―… por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí‖: Esa sentencia es dura. Dios da la vida, y Dios la quita. Saúl no consultó a Dios, porque en su fuero interno sabía lo que Dios le podría decir, y prefirió el camino alternativo…y equivocado.
A resultas de todo esto, Dios libró a Israel de un mal rey, poniendo en su lugar al mejor de los reyes que nunca jamás la tierra ha tenido; a David. Leemos en Proverbios 13: 21; en cuanto a Saúl y David, por ese orden: ―Mal perseguirá á los pecadores: Mas á los justos les será bien retribuido.‖
Nuestro consejo:
Si se persiste en los pecados de Saúl, no será de extrañar que Dios también mate al que así haga. Todo tiene su consecuencia; por lo tanto hemos de vigilar muy de cerca como andamos en el Señor.



¿Qué nos podrá ayudar?:
 Busca a Dios de todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
 Búscale en Su Palabra (la Biblia); en oración; en intimidad con Él.
 Pídele al Señor que forme en ti un corazón limpio y un espíritu recto (Salmo 51:10). Dios puede hacer nuevo tu corazón si solamente se lo pides de verdad.
 Pídele que te saque de todo engaño y error.
 Pídele que renueve tu conciencia, y que haga sensible a la voz de Su Espíritu.
 Sigue el buen ejemplo de los buenos cristianos. Pablo dijo: ―Sed imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo‖ (1ª Corintios 11: 1)
 Busca el buen consejo; el que es conforme a la Palabra.
 Vive todo el consejo de Dios.






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