Jesús dijo: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21).
¿Por qué observamos el sábado de cada semana? ¿Por qué obedecemos la Ley de lo Limpio e Inmundo? ¿Por qué pagamos nuestros diezmos? ¿Por qué buscamos nuestra santificación? ¿Por qué nos bautizamos? Porque ésta es la voluntad de Dios.
También dijo nuestro Dios: "Tres veces en el año me celebraréis fiesta. La fiesta de los ázimos guardarás: Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib; porque en él saliste de Egipto: y ninguno comparecerá vacío delante de mí: También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores que hubieres sembrado en el campo; y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando habrás recogido tus labores del campo. Tres veces en el año parecerá todo varón tuyo delante del Señor Jehová" (Éxodo 23:14-17)(Esto mismo recomienda la Palabra de Dios en Éxodo 34:23; Deuteronomio 16:16; 2 Crónicas 8:13).
Estas tres fiestas fueron establecidas por Dios para ser celebradas por estatuto perpetuo, toda vez que no eran para el hombre sino para hacerle fiesta a nuestro Dios. Por esto mismo en Levítico 23:4-21, 38-44 se dice que éstas fiestas son las solemnidades de Jehová, y son por estatuto perpetuo.
Ciertamente, Dios anunció a los hijos de Israel que les iba a quitar sus fiesta, sus lunas nuevas, sus sábados y todas sus solemnidades, y les dijo: "Y tornaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en endechas..." "No me traigáis más vano presente:
el perfume me es abominación: luna nueva y sábado, el convocar asambleas, no las puedo sufrir: son iniquidad vuestras solemnidades. Vuestras lunas nuevas y vuestras solemnidades tienen aborrecidas mi alma: me son gravosas; cansado estoy de llevarlas" (Oseas 2:11; Amós 8:10; Isaías 1:13,14).
Según la Biblia Cronológica, el profeta Oseas profetizó en el año 785 a.C., esto es 179 años antes de la cautividad, la cual tuvo lugar en el año 606 a.C. También encontramos que el profeta Amós profetizó en el año 787, es decir 181 años antes de la cautividad; y el profeta Isaías ejerció su actividad profética en el año 760 a.C., 154 años antes de que Nabucodonosor llevara al pueblo de Judá cautivo a Babilonia, donde estuvieron 70 años como esclavos. Fue precisamente en ese tiempo que se cumplió lo que dijeron estos profetas. Al regresar de la cautividad de Babilonia en el año 536 a.C., los judíos volvieron a celebrar las Festividades de Jehová y el sábado, y desde esa fecha hasta hoy, no se han interrumpido, tanto que Jesucristo las guardó, sus discípulos de raza judía y los cristianos convertidos al Evangelio (Esdras 3:1-6; Gálatas 4:4; Lucas 2:41; Juan 7:1-37; Hechos 2:1-4, 18:21, 20:16; 1 Corintios 5:7,8).
JESUS NO QUITÓ LAS LEYES DE MOISÉS NI LAS FIESTAS
Cuando algunos hermanos de Judea llegaron a la Iglesia que estaba en Antioquía, formada por gentiles que habían aceptado el Evangelio, les intimaron a que se circuncidaran y guardaran las leyes de Moisés. Esto motivó que se verificara el Concilio de Jerusalem, en el año 51 d.C. En éste Concilio se levantaron unos hermanos de los Fariseos que habían creído (en Cristo), insistiendo en que los gentiles debían circuncidarse y guardar las leyes de Moisés. Después de una grande deliberación, se llegó a la conclusión de que los gentiles convertidos al Señor Jesucristo no se debían circuncidar y que de las leyes de Moisés solamente se abstendrían de cuatro cosas: "ahogado, idolatría, fornicación y sangre" (debemos notar que en Hechos 15 no se dice que los judíos no deben guardar las leyes de Moisés). No se recomienda a los gentiles convertidos la circuncisión ni el cumplimiento de las leyes de Moisés, porque si los gentiles se circuncidaban estaban obligados a ofrecer sacrificios, ofrendas y demás ordenanzas impuestas por la ley de Moisés, las cuáles debían ser presentadas en el Templo de Salomón; esto era imposible porque no estaba permitido que se juntaran judíos con extranjeros, porque era una abominación (Hechos 10:28), y menos en el Templo, lo cual constituía una contaminación (Hechos 21:28,29), y si los gentiles se circuncidaban estaban obligados a sacrificar en el Templo. Pablo dice en Gálatas 5:3: "Y otra vez vuelve a protestar a todo hombre que se circuncidare que está obligado a hacer toda la ley".
Nueve años después del Concilio, esto es en el año 60 d.C., llega el apóstol Pablo a Jerusalem, y los Apóstoles le hacen ver que hay millares de judíos que han creído, y todos son celadores de la ley (Hechos 21:20), por lo cual le recomiendan que demuestre a los judíos cristianos que él (Pablo) también anda guardando la ley, razón por la cual Pablo se purificó con los cuatro hombres que tenían voto. Y así podemos ver con toda claridad que los Apóstoles y demás judíos cristianos nunca entendieron que Cristo con su muerte quitó las fiestas y la Leyes de Moisés, pues aún 30 años después de la muerte de Cristo, los Apóstoles y demás creyentes siguieron guardando celosamente la Leyes de Moisés, entre las cuáles se cuentan las Fiestas y los sábados.
En éste tiempo, como las Iglesias de gentiles convertidos a Cristo se multiplicaban, y era necesario que se unificaran a los judíos, fue necesario que el Señor le revelara al apóstol Pablo la forma de unificar a ambos grupos cristianos. Por lo cual, el apóstol Pablo en sus cartas a las Iglesias de Efeso y Colosa, les hace ver que las Leyes de Moisés se deben observar por ambos grupos, pero ya no estando unidos a los judíos que no han creído en Cristo, sino que la unión debe ser en los dos grupos de la misma fe. De modo que, los gentiles, para tener derecho a estar con los judíos cristianos, deben ser circuncidados, solamente que la circuncisión de los gentiles es el Bautismo (Colosenses 2:10-13). Las ofrendas y sacrificios que la Ley exige se cumplen en la persona de Cristo. Porque como dice Pablo en Efesios 2:11-19, todos aquellos cristianos que no eran de raza israelita, eran considerados como gentiles; pero, cuando éstos gentiles aceptaron a Cristo como su Salvador, fueron unidos a los judíos convertidos, que Pablo llama con el nombre de República de Israel, de modo que los gentiles pierden su naturaleza gentil y son considerados como Israelitas, porque dejan de ser extranjeros y advenedizos, y ahora son ciudadanos con los santos y domésticos de Dios.
Se dice que la ley en orden a ritos fue dirimida en el cuerpo de Cristo, o como dice Pablo en Colosenses 2:14: "Rayendo la cédula de los ritos que era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz". Con esto se nos da a entender que todo lo que impedía la unión entre los dos grupos cristianos, se encuentran comprendidos en el cuerpo de Cristo, porque son una sombra de lo porvenir, mas el cuerpo es de Cristo (Colosenses 2:14-17). Por ejemplo: si los judíos cristianos exigían la circuncisión para los gentiles, éstos se bautizaban y en el bautismo tenían la circuncisión; si pedían sacrificio de corderos, en Cristo tenían la víctima para el sacrificio; si querían una ofrenda que también era exigida por la ley, Cristo era la ofrenda; si pedían la intervención de un sacerdote, Cristo era el sacerdote. De manera que, todo lo que la ley exigía, en Cristo se cumplía. De modo que, así como en el Antiguo Pacto fue necesario que se cumplieran la leyes de Moisés, de igual manera bajo el Nuevo Pacto se cumplen las mismas leyes, solamente que ahora están escritas no en tablas de piedra, sino en el corazón de los que han creído en Cristo (Hebreos 8:6-10; 10:15-16). Hay muchos hermanos que se conforman con obedecer la ley de los Diez Mandamientos, y pasan por alto que bajo el Nuevo Pacto se deben observar no una ley, sino varias leyes.
LAS FIESTAS DE JEHOVA
Como hemos visto en lo antes expuesto, en la República de Israel del Nuevo Testamento (Efesios 2:12) están Dios, Cristo y las promesas. Por tanto, también están las tres fiestas: Pascua, Pentecostés y Cabañas.
El apóstol Pablo les dice a los hermanos de la Iglesia de Corinto que hicieran la Fiesta de los Azimos (1 Corintios 5:7,8), no en la vieja levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y verdad. Esta es una fiesta que se hace diferente, pero es la Fiesta de los Azimos. La diferencia está en que los cristianos no comemos el cordero físicamente hablando, porque en su lugar comemos un pan que es la representación de la carne del cordero, y bebemos una copa que es la representación de la sangre del cordero. Solamente que, como para nosotros Cristo es el Cordero, el pan que partimos es la representación del Cuerpo de Cristo, y la Copa de bendición que bendecimos es la representación de la comunión de la Sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra Pascua.
También celebramos la Fiesta de Pentecostés porque el apóstol Pablo, ya convertido al cristianismo, les dijo a los hermanos que: "...se apresuraba por hacer el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalem" (Hechos 20:16). Esto lo dijo Pablo en el año 60 d.C., y ese mismo año escribe a los hermanos de Galacia y les dice: "Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar transgresor me hago" (Gálatas 2:18), con lo cual nos hace entender que la Fiesta de Pentecostés no la había quitado él, y si no la quitó él, entonces ni Cristo ni ninguno de los apóstoles de Cristo han quitado ésta Fiesta. Si vemos que Pablo llegó a Jerusalem y no celebró en ésta ciudad la Fiesta mencionada, obedece a que cuando Pablo habló lo de Hechos 20.16 ya habían pasado los panes sin levadura, y estaba dentro de las siete semanas para la celebración de la Fiesta y cuando Pablo llegó a Jerusalem era mucho tiempo después de que se celebró la Fiesta de Pentecostés, pues Pablo se quedó muchos días solamente en la casa de Felipe el evangelista, o como dice la misma Biblia en 1 Reyes 17:15, era como un año entero (Hechos 21:1-11): "Y parando nosotros allí por muchos días, descendió de un Judea un profeta, llamado Agabo".
Para los judíos que no habían creído en Cristo, esta fiesta tenía un carácter agrícola y se debía celebrar en el Templo de Salomón, pero para los cristianos no, porque para los que hemos creído en Jesús, el Hijo de Dios es nuestra ofrenda (la gavilla de cebada y las dos tortas y y el o los corderos del sacrificio u holocausto) (Levítico 23:10-21). Porque el Señor Jesús es para nosotros: "...ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave" (Efesios 5:2). De igual manera, no tenemos la obligación de ir a celebrar dicha fiesta en el Templo de Jerusalem, porque para los cristianos cada Iglesia es considerada como el templo de Dios (1 Corintios 3:16,17).
La Fiesta de las Cabañas fue celebrada por Cristo, según se dice en Juan 7:1-37. Algunos comentaristas dicen que la fiesta que Pablo iba a celebrar en Jerusalem (Hechos 18.21) era la de Cabañas, porque la cronología de la Biblia en este capítulo es el año 59 d.C., pero nosotros no podemos asegurar dicho concepto; lo único que si podemos asegurar una y mil veces es que Dios ordenó que tres veces en el año se le celebrara fiesta, y el hecho de que en el Nuevo Testamento se mencione en tres lugares que se deben celebrar las fiestas es una prueba irrefutable de que las fiestas sí existen para los cristianos. He aquí las razones de la Escritura:
* "Sino que se despidió de ellos, diciendo: es menester que en todo caso tenga la fiesta que viene, en Jerusalem; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Dios. Y partió de Efeso" (Hechos 18:21).
*"Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura; porque nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros. Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad" (1 Corintios 5:7,8).
*"Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Efeso, por no detenerse en Asia: porque se apresuraba por hacer el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalem" (Hechos 20:16).
Muchas veces se argumenta que ésta fiesta no es para los gentiles, porque en Levítico 23:42 se dice: "En cabañas habitaréis siete días: todo natural de Israel habitará en Cabañas ". Pero los que citan este texto y otros más del mismo capítulo olvidan que los que han creído en Cristo son de la simiente de Abraham, y por lo tanto entran a formar parte de la República de Israel, donde ya no son extranjeras (gentiles) ni advenedizos, sino ciudadanos con los santos y domésticos de Dios. Porque como dice el mismo apóstol en el libro de los Romanos, que los gentiles son un acebuche ingerido en el árbol de la buena oliva, para ser participantes de la raíz y grosura de la Oliva, que no es otra cosa que la misma República de Israel (Efesios 2:11-19; Romanos 11:13-24).
Ejemplo: En todas las Naciones o Repúblicas hay dos clases de habitantes, unos son habitantes de nacimiento, y otros lo son por ciudadanía, pero unos y otros pueden celebrar la Independencia de la Nación donde están porque pertenecen ya al mismo pueblo. Así nosotros, celebramos las Fiestas de Jehová porque somos ciudadanos del Israel de Dios.
También muchos no ven bien que adornemos en la Fiesta de las Cabañas con ramas y fruta, porque consideran que las ramas y la fruta son cosa física y no espiritual. Pero es que éstos hermanos no han entendido qué es lo espiritual; ellos piensan que lo espiritual es lo que no se ve ni se toca, pero la Palabra de Dios no nos enseña así. En ella se nos dice que los pensamientos de Dios son diferentes a los pensamientos del hombre. Por ejemplo, se dice que los hermanos de Corinto eran carnales porque peleaban entre ellos, mientras que los hermanos de Galacia que también eran de carne y visibles, pero hacían la voluntad de Dios, y por lo tanto eran espirituales, no obstante que eran de carne, visibles y tangibles (1 Corintios 3:1-4; Gálatas 6:1). Por consiguiente, si la fruta y las ramas que usamos para adornar la Casa de Oración las usáramos porque lo manda el hombre, esto sería carnal. Pero si el adorno lo hacemos o usamos por Mandamiento de Dios, esto es espiritual. Porque "Dios es Espíritu" (Juan 4:24), y según cualquier diccionario, espiritual es lo que viene del Espíritu. Por tanto, lo que usamos para adornar nuestra Casa de Oración es espiritual, porque Dios nos lo manda en Levítico 23:39-41.
Otras veces se cree que es motivo para no celebrar éstas fiestas el hecho de que en las Escrituras se dice que la Fiesta de las Cabañas
es un rito, y como Pablo dice que Cristo dirimió en su carne la ley en orden a ritos, y que en la cruz fue enclavada la cédula de los ritos que "nos era contraria" (Efesios 2:15; Colosenses 2:14), no es necesario guardar una cosa que es un rito. Pero claro, quien razona así no ha entendido qué es un rito. Porque si supiera qué es un rito, celebraría lo que es parte de la voluntad de Dios aunque fuera un rito. Pues bien, la palabra rito viene del latín "ritus" y significa "costumbre o ceremonia; conjunto de reglas establecidas para el culto y ceremonias religiosas". De modo que, en el cumplimiento de la voluntad de nuestro Dios, celebramos muchos ritos, como el programa que se desarrolla semanariamente en la Iglesia, en el día Sábado, es un rito. La ceremonia bautismal es un rito; la ceremonia en la Cena del Señor, en la que participamos del Pan y de la Copa, es un rito. Pero éstos ritos no ofenden a Dios, ni fueron enclavados en la cruz. Los ritos que fueron enclavados en la cruz fueron los "que eran contra nosotros". Todo lo que está permitido, como es el Sábado semanal y la Fiestas, son un rito, pero Dios lo ha ordenado para su pueblo.
Algunas veces se nos dice que no celebramos la Fiesta de las Cabañas porque no dormimos debajo de una cabaña por siete días, ni adornamos en los patios o terrados de nuestra casa, ni adornamos en los patios de la Casa de Oración. Porque ven en Nehemías 8:16-18 que los israelitas que regresaron de Babilonia adornaron en los patios de las casas y en los terrados, etc. Pero los hermanos que nos exigen esto no se han fijado que esta forma de adornar, así como dormir bajo una cabaña, fue hecho solamente en esta vez de Nehemías , y fue por el gozo que tenían por haber regresado de la cautividad, "pero desde los días de Josué, hijo de Nún, los israelitas no habían hecho así". Aquí nos quiere decir que no habían hecho la Fiesta de las Cabañas, porque en 2 Crónicas 7:8-10 se dice que Salomón terminó el Templo, y por ende el altar, por lo cual hizo fiesta siete días por el altar, y se siguió con la fiesta de las Cabañas, porque el altar era para sacrificar en las tres grandes solemnidades (2 Crónicas 8:12,13); así que lo que los hijos de Israel no "habían hecho así" fue la forma de celebrar la fiesta.
Por todo lo expuesto debemos aceptar que, para hacer la voluntad de Dios, es necesario que también celebremos las tres fiestas: Azimos o Pascua, Pentecostés o Semanas y Cabañas o Tabernáculos. Porque así como no encontramos en la Palabra de Dios un solo texto que diga que no debemos guardar el Sábado semanal, tampoco encontramos un solo texto donde diga Dios que no debemos celebrar las fiestas. En Colosenses 2:16 dice Pablo: "Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta. O de nueva luna, o de sábados". Pero sabemos que aquí se hace referencia a la carne que representaba a Cristo o comida, al agua que era un tipo de Cristo, a las fiestas que eran un tipo de Cristo, como son las fiestas de las Expiaciones y la de las Trompetas que eran un tipo de Cristo, por lo cual se dice: "o en parte de día de fiesta", porque unas fiestas iban a quedar enclavadas en la cruz, y de la misma manera aquí se hace referencia a los sábados de las fiestas que eran un tipo de Cristo, como dice Colosenses 2:17.
En otras ocasiones se cita a Gálatas 4:10, pero quienes toman dicho texto no se han fijado que Pablo en éste libro se está dirigiendo a los gentiles, los cuáles nunca habían celebrado las fiestas de Jehová, y que adoraban a los ídolos y no al Dios vivo. Luego, aquí no se habla de las tres fiestas que guardamos los cristianos que estamos haciendo la voluntad de Dios (Gálatas 4:8-9).
Siempre se cita, como una base para sustraerse a la observancia de las fiestas, el texto de Gálatas 3:10 que dice: "Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas". Si analizamos dicho texto, sacaremos en conclusión que la maldición está para los que no cumplan con las obras de la ley, y no para los que cumplen. ¿Por qué Pablo se expresa aquí de esta manera? Porque como en ese tiempo aún estaba el Templo de Salomón, si los gentiles se circuncidaban estaban obligados a cumplir con toda la ley. Y como ya dijimos antes, en su carácter de gentiles no tenían permiso de sacrificar u ofrecer en el Templo conforme lo exigía la ley de Moisés, porque era una abominación que un gentil entrara al Templo, y menos aún siendo cristiano, porque los cristianos eran considerados por los judíos como unos "herejes" (Hechos 24:14). De manera que, los gentiles se deben circuncidar, pero en la circuncisión de Cristo, y cumplir con los requisitos de la ley, pero en la Iglesia de Dios, donde los sacrificios son espirituales, y donde son ofrecidos por un Sacerdote que no es del orden de Aarón, sino de Melquisedec.
Para terminar ésta explicación acerca de la voluntad de Dios, analicemos detenidamente los capítulos 28 y 29 de Números, donde encontramos que todos los sábados y festividades tenían como parte de su ritual el sacrificio de corderos; pero al venir Cristo celebramos el día sin sacrificio de corderos, porque Cristo es nuestro sacrificio. Y comenzaremos con el sábado semanal (Números 28:9,10), en las nuevas lunas que es principio de los meses (Números 28:11-15), en la Pascua y Azimos (Números 28:16-25), en el día de las Primicias o Pentecostés (Números 28:26-31), en la fiesta de las Trompetas (Números 29:1-6), en la fiesta de las Expiaciones (Números 29:7-11) y en la fiesta de las Cabañas (Números 29:12-39).
Con lo que nos enseña Jehová en el libro de los Números, nos damos cuenta que así como observamos el sábado semanal, sin matar los corderos ni ofrecer sus libaciones u ofrendas vegetales, y solamente observamos el día, porque Cristo es nuestro sacrificio u ofrenda, así celebramos las Fiestas de Jehová, sin matar animales, ni ofrendas vegetales o libaciones, porque Cristo es nuestra ofrenda y nuestro sacrificio (Efesios 5:2).
Hermano en la fe de Jesucristo: Si quieres entrar al reino de los cielos, y para ello obedeces la ley de la alimentación, pagas tus diezmos y guardas el sábado semanal, observa también las Fiestas de Jehová, porque de otra manera no estarás cumpliendo con la voluntad de Dios.
"Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos" (Santiago 2:10).
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